Hoy vamos a conocer uno de mis rincones favoritos de Baviera. Si al sur de Múnich tenemos los Alpes y es indiscutible la magia que tienen de por sí, el norte no es menos ya que queda mi otra debilidad: el Danubio. Es curioso que haciendo «zig-zag» en este gran río nos esperan importantes ciudades de la talla de Passau o Regensburg (Ratisbona) y no muy lejos tendríamos Núremberg. Es decir, no nos relajemos que hay mucho por redescubrir en esta zona. Bien, hoy buscamos una pequeña ciudad llamada Kelheim que está a escasos 20 kms. de Regensburg, siguiendo el Danubio hacia el oeste.

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Mi propuesta de ruta está dividida en dos partes que desarrollaré aquí pero que la hice en un día y en bici, que le da el toque (pero no es necesario). Cogiendo un tren Regio desde Múnich a Regensburg (elige el Bayern Ticket con el billete suplemento para llevar bicis), allí cambiamos para coger otro tren que nos llevará a «Saal(Donau)». OJO: no hay conexiones directas hasta Kelheim en tren, por eso os digo de llevaros la bici porque a parte lo hará más ligero.  Una vez en Saal(Donau) nos montamos en bici y tenemos carril hasta Kelheim, 8 kms.: 30 minutitos. Que no tenéis bici o no os apetece no pasa nada, hay autobuses que os llevan hasta Kelheim. Es especial la ruta que os propongo, quizás porque la vi más salvaje, menos turística y con una carga histórica al nivel de otras que pueden hacerse por Baviera. A medida que vamos llegando los ríos Danubio y Altmühl nos regalan una imagen de postal con Kelheim y en lo alto de la colina que la corona, una de las razones por la cuales hemos venido: el monumento conocido como «Sala de la Liberación» o «Befreiungshalle» en alemán.

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Allí dejamos la bici y damos un paseito por esta encantadora ciudad si os hace un buen día qué mejor que sentarse en una terraza a tomar un café o en un «biergarten» a saborear una de las cervezas de trigo más famosas y antiguas de Baviera (G. Schneider & Sohn), cuya planta productora se encuentra aquí (buen lugar para ir si os llueve u os pilla un día nublado), respirar la atmósfera y perderse por sus históricas callejuelas y casas coloridas. Saldremos por una de sus torres que cerraban la muralla para dirigirnos caminando a lo alto del «Befreiungshalle«. Vamos a pie porque la subida sólo puede hacerse así dado el desnivel y así descansar de bici, ya que la segunda parte de la ruta será subidos a ella.

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Ludwigsplatz con el Befreiungshalle de fondo

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Casa de la cervecera G. Schneider & Sohn en Kelheim

Quizás, junto con el Walhalla en Regensburg, el «Befreiungshalle» es de los monumentos que más me han impresionado de Baviera, ambos construidos bajo el reinado de Luís I de Baviera. También los más desconocidos por su lejanía de Múnich y porque todos quedan a la sombra del turismo masificado del castillo de Neuschwanstein en Alpes bávaros y ahí encontramos la conexión y la línea genealógica ya que el abuelo de Luís II de Baviera, Luís I, 50 años antes ordenaría construir en este lugar un monumento con una carga política esencial.  Desde afuera este mazacote parece más un búnker que un monumento que ensalza alguna gloria pasada, y es así, pero te aconsejo que le dediques un tiempo a dar un paseo y sacar fotos a Kelheim desde lo alto con el Danubio y el Altmühl. Si hemos llegado hasta aquí es para entrar al monumento, hazte con la entrada y venga, no perdamos tiempo:

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Si tengo que definir el «Befreiungshalle» con una palabra sería inquietante.

Para mí, personalmente, el personaje que marca el siglo XIX en Baviera es Luís I. Él nace en el joven reinado de Baviera como Estado independiente en Europa tras el paso de Napoleón y sus tropas que acabarían con el Sacro Imperio romano Germánico 1000 años después de su creación. Lo que el padre (Maximiliano I) de Luís I haría con Napoleón uniéndose en la lucha contra Rusia, más adelante se volverían en contra terminando en una guerra con la victoria bávara (1813/15). Luís I, años más tarde ordenaría la construcción de un monumento que recordase las victorias contra Napoleón  en 1842 con las trazas del arquitecto Gärtner en estilo neoclásico y lo terminaría Klenze en 1863, coincidiendo en el 50º aniversario de la Batalla de las Naciones, cerca de Lepizig. Fijaros bien y que ambos arquitectos son los que marcan el desarrollo arquitectónico del siglo XIX en Baviera, sobre todo en Múnich.

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Planta circular del monumento desde las alturas

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Esculturas alegóricas de 3 mtrs. de altura que decoran el monumento

Te recomiendo que le dediques sin prisa una buena hora, subas las escaleras hasta el tambor del monumento, a casi 20 metros de altura y que observes cada detalle desde la lujosa galería para conocer el arte que dominó parte del siglo XIX como es el neoclasicismo.

El precio es de 3,50 €. Hay un edificio con baños y cafetería donde comprar las entradas.

Una vez fuera volvemos a bajar a Kelheim, buscamos las bicis y empezamos la segunda parte para ver las Gargantas del Danubio y el monasterio Weltenburg. Naturaleza pura.